Coprofagia

La coprofagia es cuando los perros comen heces, ya sean propias o de otro animal. Es un comportamiento bastante desagradable con el que muchos de nosotros arrugaremos la nariz, pero es común que los perros lo hagan en algún momento de sus vidas. Sin embargo, si se les da la oportunidad, muchos perros se meterán felizmente en estiércol de caballo, estiércol de vaca, excrementos de conejo u otras ofertas similares.

¿Por qué los perros se comen su popó (heces) o la de otros?

Hay muchas teorías diferentes sobre por qué los perros comen heces, desde el simple «porque les gusta el sabor» hasta razones más instintivas, como los perros que son carroñeros omnívoros, y que las heces contienen algún valor nutricional, como grasas y proteínas no digeridas. Aunque esta última es la explicación más probable, nadie lo sabe realmente.

Una vieja historia, que ha sido en gran medida refutada, es que es una respuesta a algo que falta en su dieta. Se cree que algunos trastornos médicos raros contribuyen a la coprofagia, por lo que, si tienes alguna inquietud sobre la salud de tu perro, siempre debes consultar a tu veterinario por un tema de salud como por ejemplo paracitos, y con un especialista como un etologo o adiestrador.

Otra teoría es que la coprofagia es un comportamiento aprendido, causado por un cachorro que mira y copia a su madre o amigos. A veces, las perras comen las heces de sus cachorros para mantener el área del nido limpia y libre de enfermedades y, quizás instintivamente, para evitar atraer a los depredadores al nido.

Por otro lado, es muy importante comprender que estos comportamientos podrían ser causa no solo por deficiencias de minerales o presencia de parásitos  sino que podrían  ser conductas de manipulación, en el caso de los perros la manipulación no se entiende como en la manipulación expresada por las personas, de echo en el caso de los perros no hay maldad porque sencillamente no hay razón, de manera que un can que se coma su propio excremento podría estar expresando sentimientos como soledad, ansiedad, reactividad, etc.

Ahora, los perros por naturaleza son depredadores, muestra de ellos son sus colmillos, posición de los ojos ( al frente) costumbres alimenticias etc, de manera que estos al cazar cualquier presa las rasgan y comen todo lo que puedan hasta saciarse y claro que también estará en su dieta las vísceras y todo lo que tienen en su tracto intestinal, es común en granjas  observar donde hay perros y  gallinas, cerdos, caballos, vacas etc comer los excrementos de cualquiera de estos, en estos casos es un tema de gusto y alimentación, (proteínas) por ejemplo es común personas que acostumbran darles  los desechos (excremento) de los galpones de pollos o gallinas a las vacas o ovejos mezclado con sal y melaza.

El problema fundamental esta cuando los perros recurren a comerse  el excremento de su propia especie, y en edades después de 4 meses, hay si que hay que observar y buscar ayuda profesional y como mencione :

Parásitos intestinales

Muchos parásitos intestinales pueden originar un fenómeno de malabsorción y maldigestión en los perros y alterar así la asimilación de los hidratos de carbono, las proteínas y los lípidos de la ración. Los ascáridos, los anquilostomas, los tricuros y las giardias son los parásitos intestinales más frecuentemente hallados en los análisis coproparasitológicos de muestras conjuntas en perreras donde se observa coprofagia.

Trastorno del comportamiento: La «competición alimentaria» entre varios perros puede favorecer la aceleración de la velocidad de ingestión de las comidas y el sobreconsumo de alimentos, lo que conduce a la mala asimilación de los nutrientes. Por consiguiente, las heces pueden contener sustancias sin digerir y presentar así palatabilidad residual.

Deficiencias enzimáticas 

Diversas deficiencias enzimáticas, ya sean de origen pancreático, hepático, biliar o intestinal, favorecen la eliminación de sustancias sin digerir en las heces, las fermentaciones y las putrefacciones en el colon (que originan borborigmos y flatulencias) y la proliferación bacteriana. Entre estos trastornos, la insuficiencia pancreática exocrina congénita (frecuente en perros de razas grandes) o adquirida (p. ej., como consecuencia de pancreatitis aguda) es, sin duda, la más difundida en la especie canina.

La insuficiencia pancreática exocrina se manifiesta clínicamente por polifagia (aumento del apetito), adelgazamiento y eliminación frecuente de heces pastosas, de aspecto graso y descoloridas. Existe el caso de perros que padecen con mayor frecuencia deficiencias de amilasa (enzima que degrada el almidón) y, por lo tanto, son más propensos a la coprofagia que otros.

Tratamiento: Hay que instaurar una dieta limitada en almidón o someter las raciones a tratamientos térmicos (cocción) o mecánicos (trituración) que mejoren su digestibilidad. Suministrar dieta Barf.

Mala digestibilidad del alimento

La administración de alimentos poco digestibles de mala calidad –cada vez menos frecuente– conduce a un desequilibrio de la flora bacteriana colónica de origen glucídico (cereales, fibra vegetal, etc.) o a la producción de residuos pútridos por mala digestión de las proteínas (alimentos con colágeno mal cocido, tendones o queratina de pelos, cuero, cuernos o plumas). Esta materia fecal alterada es repugnante para el hombre, pero puede poseer palatabilidad residual para los perros y, por lo tanto, incitarlos a la coprofagia.

 

¿Cómo lo tratamos?

 Evidentemente hay que hacer primero los chequeos y analíticas necesarios con el veterinario, y si existe alguna patología tratarla en consecuencia.
En cuanto al tratamiento conductual, dependerá del diagnóstico al que hayamos llegado. Por regla general es imprescindible eliminar por completo cualquier refuerzo que se esté haciendo de la conducta (incluyendo los castigos). El problema es que la conducta es autorreforzante, por lo que muchas veces es difícil de eliminar. Por tanto nos basaremos, dependiendo del caso, en las siguientes medidas generales:

-Eliminación del castigo.
-Eliminar el refuerzo de la conducta (demanda de atención).
-Mantener siempre limpio el entorno.
-Distribuir la dieta en 3 raciones al día.
-Aumentar la fibra en la dieta.
-Control del paseo para que no ingiera sustancias del suelo.
-Obediencia en la ingestión de comida.
-Refuerzo positivo si ignora las heces.
-Contracondicionamiento cuando defeque.
-Enriquecimiento ambiental (físico, social y mental)
-Añadir sustancias que empeoren el sabor de las heces (piña, calabacín, suplementos enzimáticos, fibra o aceite vegetal)


En general existe muy poca investigación sobre el tema, pero es evidente que se debe acudir a un veterinario especialista en medicina del comportamiento para que se pueda llegar a un diagnóstico correcto.

 

 

 

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